Os dejo un nuevo cuento de Begoña y sus hijas: Alba y Bárbara, esta vez, el protagonista es un conejito que se llama Fermín.
EL CONEJITO FERMÍN
Fermín era un conejito que vivía en una granja con su familia y más animalitos. Tenía cuatro hermanas y tres hermanos, todos blancos como la nieve. Sin embargo Fermín era totalmente negro. El no se sentía diferente a los demás, tenía orejas, cuatro patas, una colita y unos enoooooormes dientes para comer la hierva. Pero los demás animalitos le miraban mal y decían:
- ¡Que raro es! ¡No es como los demás conejitos! Por eso, no jugaban con él.
El granjero, para ampliar su granja, trajo más conejitos, entre ellos había uno de color marrón. Los demás no querían acercarse a él, solo lo hizo Fermín, para darle la bienvenida.
-¿Qué les pasa a estos animalitos? –Dijo el conejito marrón-
-¡Nada! Solo que tienen miedo a lo que es diferente a ellos –dijo Fermín-
Un día mientras jugaban a saltar la alambrada, uno de los hermanos de Fermín, quedo atrapado en ella. Fermín enseguida corrió a ayudarle, al intentar soltarse, los dos conejitos se hicieron una herida que les sangraba un poco. Los demás animalitos, se quedaron sorprendidos al ver que la sangre de los dos, era igual. Fermín les miró y se echó a reír
-¿Qué os pasa? ¿Estáis sorprendidos? ¡Claro que somos iguales! El color de nuestro pelo, es lo único que nos diferencia, pero por dentro, no hay nada diferente, ¡todos tenemos corazón!
Desde aquél día, todos jugaron juntos sin importarles de que color eran
Y colorín, colorado, Fermín, sigue jugando.
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